He comprado varias veces el kéfir de cabra Yaranza y voy a decir por qué no voy a volver a comprarlo. No tiene nada que ver con el kéfir, sino con el envasado. Trae un supuesto precinto que se puede despegar y volver a pegar, una y otra vez, sin que se note que ha sido despegado. Por tanto, es como no tener precinto. Luego, el tapón se quita muy fácilmente, sin que haga ningún clic ni nada que pruebe que no ha sido abierto antes. Esto hace que no lo consumamos a gusto, pues ha estado en la nevera de un supermercado, donde mucha gente mete la mano, y siempre queda la sospecha de si el kéfir mantiene las condiciones higiénicas que debería tener de fábrica o habrá sido manipulado por algún gracioso. Me sorprende esa falta de seguridad en el cierre y precintado.
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Muy buenos y a buen precio.